Alimentación complementaria del niño
La alimentación complementaria (AC), según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2002, es “el proceso que comienza cuando la leche materna sola ya no es suficiente para cumplir con los requisitos nutricionales de los lactantes” por lo que “otros alimentos y líquidos son necesarios, junto con la leche materna”. Los alimentos complementarios son necesarios tanto por razones nutricionales como de desarrollo, y son una etapa importante en la transición de la alimentación con leche a los alimentos familiares.
Cualquier cosa que no sea leche materna es definida como un alimento complementario; por lo tanto, se considera que los lactantes que reciben fórmula infantil han iniciado la AC, incluso si es desde el nacimiento.
La OMS recomienda la LME durante 6 meses, seguida de la introducción de la AC junto con la lactancia. Como la fórmula para lactantes está definida por la OMS como un alimento complementario, no se considera la edad óptima para la introducción de alimentos sólidos en los lactantes alimentados con fórmula.
No se descarta que la LME sin suplementos de hierro durante 6 meses, pueda comprometer el estado hematológico en niños vulnerables. Los lactantes y niños pequeños corren un riesgo particular de deficiencia de hierro porque su rápido crecimiento conduce a altos requerimientos del mismo. Es importante que los primeros alimentos complementarios administrados a niños que son amamantados proporcionen una buena fuente de hierro.
Se recomienda que la leche de vaca entera no sea introducida como bebida antes de los 12 meses de edad.
Los datos disponibles sugieren que tanto la función renal como la función gastrointestinal son lo suficientemente maduras para metabolizar nutrientes de la AC a la edad de 4 meses y que, en un alto grado, la maduración gastrointestinal es impulsada por los alimentos ingeridos.
Las habilidades requeridas para que un bebé acepte y trague de forma segura alimentos tipo puré de una cuchara generalmente aparecen entre los 4 a 6 meses de edad.
A partir de los 9 meses, la mayoría de los lactantes son capaces de alimentarse, beber de una taza usando ambas manos, y comer alimentos familiares con algunas adaptaciones (cortados en pedazos del tamaño de un bocado, de una cuchara, o con los dedos).
Existe evidencia de un mayor riesgo de alergia si los sólidos se introducen antes de los 3 a 4 meses, pero no hay evidencia de que el retraso de la introducción de alimentos alergénicos más allá de los 4 meses reduzca el riesgo de alergia, ya sea para bebés de la población general o para aquellos con antecedentes familiares.
No es necesario retrasar la introducción de alimentos alergénicos para después de los 4 meses.
Hay estudios que evidencian un aumento posterior del riesgo de obesidad asociado con la introducción temprana de sólidos (<4 meses) y una asociación en lactantes alimentados con fórmula pero no alimentados con leche materna.
Un panel de la AESA recomendó que la grasa debe constituir el 40% de la ingesta de energía entre los 6 a 12 meses de edad, incluyendo el 4% de la energía del ácido linoleico, el 0,5% del ácido alfa-linolénico y 100 mg/día de ácido docosahexaenoico (ADH).
La SEGHNP CoN sugirió que el requerimiento de hierro en la dieta debe ser de 0,9 a 1,3 mg/kg-1/-1 de los 6 a los 12 meses de edad, en consistencia con las recomendaciones de otras autoridades para lactantes de 6 a 12 meses que varían de 6 a 11 mg/día. Las necesidades dietéticas estimadas relativamente altas pueden no ser alcanzables en la práctica sin utilizar alimentos fortificados, fórmulas suplementadas con hierro, o suplementos de hierro. El requerimiento puede, sin embargo, ser menor si se utilizan fuentes de hierro biodisponibles, como la carne roja e hígado (hierro hemínico). La absorción de hierro de estas fuentes es de aproximadamente el 25% y no se ve afectada por factores dietéticos tales como el ácido ascórbico, aunque por sí mismo puede mejorar la absorción de hierro de fuentes no hemínicas (legumbres, frutos secos, vegetales de hoja verde, panes y cereales fortificados). Los facilitadores de la absorción incluyen leche humana, proteínas de la carne, ácidos ascórbico y cítrico, y productos vegetales fermentados, mientras que los inhibidores incluyen cacao, polifenoles, fitatos, taninos, fibra dietética, calcio y leche de vaca. Los estudios observacionales también sugieren que los lactantes que consumen grandes volúmenes de leche de vaca tienen un mayor riesgo de deficiencia de hierro y anemia, probablemente reflejando tanto el bajo contenido y biodisponibilidad del hierro de la leche de vaca como el desplazamiento de otros alimentos ricos en hierro.
El consumo excesivo de alimentos complementarios con alta concentración de energía puede inducir a un excesivo aumento de peso en la infancia, que a su vez se ha asociado con un riesgo 2 a 3 veces mayor de obesidad en la edad escolar y en la niñez.
El nivel mínimo de proteína en los preparados para lactantes a base de leche de vaca y los preparados de continuación debería permanecer en 1,8 g/100 kcal, pero el límite superior para el contenido proteico de las fórmulas de continuación debería reducirse de 3,0 a 2,5 g/100 kcal. El uso de fórmulas con menos proteínas pero con fuentes proteicas de alta calidad junto con la AC puede ser beneficioso en términos de ganancia de peso y riesgo de obesidad posterior
Estudios sugieren que la ingesta de pescado azul, ADH o ácidos grasos precursores durante el período de AC pueden influir en el estado del ADH, con alguna evidencia de los efectos de la yema de huevo enriquecida con ADH o de la fórmula de seguimiento suplementada en la función visual a corto plazo.
El consumo de azúcar es el principal factor de riesgo dietético para la formación de caries dentales. La sacarosa es el azúcar más cariogénico porque puede formar glucanos que permiten la adhesión bacteriana a los dientes y limita la difusión de ácidos y buffers en la placa. Se debe evitar el consumo de jugos u otras bebidas azucaradas en botellas o cartones, desanimar el hábito del niño de dormirse con un biberón, limitar los alimentos cariogénicos a la hora de la comida y establecer una buena higiene dental cuando sale el primer diente.
Los bebés tienen preferencias innatas y evolutivas para gustos dulces y salados. También tienen una aversión innata al sabor amargo. Sin embargo, hay evidencia de que estas predisposiciones pueden modificarse por la experiencia temprana, y los padres juegan un papel importante en el establecimiento de buenos hábitos dietéticos. No hay efecto aparente de la alimentación con leche materna o con fórmula en las preferencias por el azúcar a los 6 meses. Stein y col. encontraron que la experiencia diétetica temprana se relacionaba con la aceptación de la sal, y solo aquellos lactantes previamente expuestos a alimentos de mesa ricos en almidón prefirieron soluciones saladas a los 6 meses de edad. La preferencia por el sabor dulce no se relaciona con la experiencia de alimentación temprana y la exposición temprana a la fruta preparada en el hogar.
Se pueden desarrollar preferencias por alimentos saludables; por ejemplo, la exposición temprana repetida al sabor de algunos vegetales mejora el gusto por aquellos vegetales con efectos que persisten hasta 6 años después. Esto enfatiza la importancia de optimizar la variedad de la dieta e incluir alimentos saludables durante la AC.
Es importante destacar que un bebé puede necesitar recibir un nuevo sabor de 8 a 10 veces antes de aceptarlo, y por lo tanto los padres deben ser alentados para persistir en ofrecer a los bebés un nuevo alimento, siempre y cuando lo quieran, incluso si la expresión facial del bebé pueda sugerir que no le gusta. La adición de sal y azúcar a los alimentos complementarios debe ser desalentada.
Los padres juegan un papel importante durante el proceso de la AC, tomando decisiones sobre el tiempo y el contenido de la dieta, y también la forma en que se alimenta al bebé, estableciendo reglas y expectativas, y proporcionando un modelo a seguir. Además del tiempo y el contenido de la dieta, es probable que la forma en que se le dan los alimentos al bebé, y la interacción entre padres e hijos durante la AC pueda influir en los resultados así como en las preferencias alimentarias y dietéticas y en la regulación del apetito.
En el método de alimentación “guiada por el bebé”, el niño se alimenta él mismo con alimentos para comer con la mano en vez de ser alimentado con cuchara por un adulto, compartiendo alimentos y comidas familiares. Este enfoque puede proporcionar al bebé un mayor control sobre su ingesta y fomentar padres más receptivos. Se ha sugerido que esto puede dar como resultado mejores patrones de alimentación y la reducción del riesgo de sobrepeso y obesidad.
Cada vez se reconoce más que el estilo de crianza, definido como la forma en que los padres interactúan con un niño en términos de actitudes y comportamientos en diferentes aspectos de la crianza, incluyendo la alimentación, puede influir en la conducta alimentaria del bebé.
Las intervenciones más prometedoras de prevención de obesidad en niños menores de 2 años de edad son aquellas que se centran en la dieta y la alimentación receptiva, incluyendo la educación de los cuidadores sobre el reconocimiento de las señales de hambre y de saciedad del niño y el manejo no alimentario de la conducta infantil.
Los alimentos caseros bien preparados pueden ofrecer la oportunidad de una mayor variedad de sabores y texturas culturalmente apropiados, con mayor densidad energética. La preparación de alimentos y los métodos de cocción también pueden alterar el contenido nutritivo. La seguridad es una importante problema durante la AC, y los cuidadores deben recibir consejos sobre la preparación, administración y almacenamiento seguros de los alimentos complementarios para evitar la contaminación y la proliferación de patógenos, que son principales causas subyacentes de diarrea infantil, y la asfixia por grandes pedazos de alimentos.
Aunque teóricamente una dieta vegana puede cumplir con los requisitos de nutrientes cuando la madre y el bebé siguen el consejo médico y dietético con respecto a la suplementación, los riesgos de no seguir los consejos son severos, incluyendo el daño cognitivo irreversible por deficiencia de vitamina B12 y la muerte. Si un padre elige para destetar a un bebé una dieta vegana, esto debe hacerse con supervisión dietética médica y experta regular y las madres deberían recibir y seguir consejos nutricionales. Las madres que están consumiendo una dieta vegana deben garantizarse un suministro adecuado de nutrientes, especialmente de vitaminas B12, B2, A y D, durante el embarazo y la lactancia, ya sea mediante alimentos fortificados o suplementos. Se requiere atención cuidadosa para proporcionar al niño con suficiente vitamina B12 (0,4 µg/día desde el nacimiento, 0,5 µg/día a partir de los 6 meses) y vitamina D, hierro, zinc, folato, ácidos grasos n-3 (especialmente ADH), proteína y calcio, y garantizar una densidad de energía adecuada de la dieta. El tofu, los productos de porotos, y los productos de soja se pueden usar como fuentes de proteínas. Los bebés que no reciben leche materna deben recibir una fórmula infantil a base de soja.
La miel no debe ser introducida antes de los 12 meses de edad a menos que las esporas resistentes al calor de Clostridium botulinum hayan sido inactivadas por un tratamiento adecuado de alta presión y alta temperatura, como se usa en la industria , ya que el consumo de miel ha sido asociado repetidamente con botulismo infantil.
El hinojo, que a veces se usa en forma de té o infusión como tratamiento para los cólicos infantiles y los síntomas digestivos, contiene estragol, que es un carcinógeno genotóxico natural. Aunque la exposición ocasional a productos de hinojo en adultos es improbable que sea motivo de preocupación, un panel de expertos de la Agencia Europea de Medicamentos concluyó que el aceite de hinojo y las preparaciones de té de hinojo no son recomendadas para niños menores de 4 años de edad debido a la falta de datos de seguridad adecuados.
Para reducir la exposición al arsénico inorgánico, que se considera un carcinógeno de primer nivel, se recomienda que las bebidas de arroz no sean utilizadas para bebés y niños pequeños.